Están proliferando los supuestos de personas físicas y familias, que ante la imposibilidad de pagar la cuota de la hipoteca de su vivienda, la cuota del coche, el crédito del home-cinema, el crédito de aquél viaje, están acudiendo al concurso de acreedores voluntario (para que todos lo entiendan: la antigua suspensión de pagos). Con ello persiguen evitar que se puedan seguir devengando intereses, dilatar el pago de los créditos e incluso, rebajar éstos. Pero ¡cuidado con esta decisión!
El concurso de acreedores es una opción creada para los empresarios y profesionales y utilizada por las familias puede conducir a un «camino de nunca acabar» y sin conseguir sus objetivos.
En el caso de las sociedades, con el concurso de acreedores voluntario, se trata de que la empresa siga operando mientras se intenta llegar a un acuerdo con los acreedores, de forma que pueda resolver sus deudas. En defecto de acuerdo (que no siempre se alcanza) se procede a la liquidación de la empresa. Es posible que, iniciado el concurso de acreedores, la empresa acabe desapareciendo.
En el caso de los autónomos y profesionales, si el bien que avala la hipoteca, está afecto a una actividad empresarial o profesional, la presentación del concurso de acreedores dilata en el tiempo la ejecución de los mismos.
Sin embargo, este efecto no se prevé para las personas físicas, las familias. Que nadie acuda al concurso de acreedores, creyendo –mal asesorados– que así van a lograr conservar su vivienda e impedir la ejecución de la hipoteca. Es un proceso que puede durar entre uno y tres años, el concursado tiene que pagar al abogado, al procurador –salvo casos de justicia gratuita-, al administrador judicial, que si gestiones registrales, que si cien euros para esto, doscientos veinte para lo otro, y durante el mismo no puede proceder a vender el inmueble por su cuenta, ya que es el administrador judicial quien gestiona todos sus bienes. En la inmensa mayoría de los casos, se arrepentirá de haberlo iniciado.
En el caso de autónomos y profesionales será el estudio de su situación patrimonial y financiera y la viabilidad de su actividad, lo que determine que este camino sea acertado o no para contribuir a la solución de sus problemas.
Y ¡algo importante! Es un procedimiento que una vez iniciado, no tiene marcha atrás.
Carmen Miranda
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